8. Las raíces internas
Desde muy joven, Santiago siempre se sintió extraño en su propio cuerpo, como si habitara un espacio que no le correspondía del todo. Había algo incómodo y sutilmente invasivo en cada respiración, en cada movimiento, como si bajo su piel habitara una presencia ajena que esperaba pacientemente el momento adecuado para revelarse. Nunca había sido capaz de explicárselo claramente a nadie, así que guardó ese secreto durante años, conviviendo silenciosamente con esa incomodidad constante. Pero un día, mientras regaba las plantas en su pequeño jardín, una sensación extraña le recorrió el pecho. No era dolorosa exactamente, sino invasiva, profunda, como si pequeñas raíces se extendieran lentamente a través de sus pulmones y sus costillas. Esa noche, acostado en su cama, escuchó un susurro ligero, un murmullo que parecía venir desde dentro, resonando suavemente en el fondo de su tórax.
Durante semanas, esa sensación creció lentamente. Santiago empezó a notar dificultades para respirar profundamente, como si sus pulmones hubiesen perdido flexibilidad. Una presión constante habitaba dentro de él, extendiéndose hacia sus brazos, sus piernas, y lentamente hacia cada extremidad. No eran síntomas claros para un médico, porque no había dolor ni inflamación evidente, solo esa constante sensación de invasión interna, como si pequeñas raíces vegetales avanzaran lentamente bajo su piel. Cuando finalmente acudió al doctor, éste le dijo que probablemente era ansiedad, estrés acumulado por su trabajo en el vivero, o tal vez alergias. Le recetaron calmantes, inhaladores, medicamentos para aliviar tensiones nerviosas. Pero Santiago sabía que eso no solucionaría nada, porque lo que él sentía no era un simple problema médico; era algo mucho más profundo y antiguo, arraigado literalmente en su carne.
Con el tiempo, las sensaciones internas se intensificaron. Santiago comenzó a observar su cuerpo detenidamente, percibiendo pequeños bultos bajo su piel, en especial en los brazos y en el abdomen. Al tocarlos, sentía una consistencia firme y fibrosa. A veces, al presionar fuerte, lograba percibir una vibración sutil, casi como si aquello dentro de él estuviera vivo, respondiendo al contacto. Pronto, las venas de sus brazos adquirieron un tono verdoso, expandiéndose lentamente como enredaderas bajo la piel. Lo ocultó con ropa de manga larga, evitando preguntas incómodas, aislándose aún más de un entorno que nunca podría comprender la realidad que vivía internamente.
En la oscuridad de su habitación, Santiago decidió enfrentar la verdad. Con la ayuda de una pequeña navaja, cortó cuidadosamente la piel de su brazo derecho, cerca de uno de esos bultos extraños. Un líquido espeso, verdoso, escapó lentamente de la herida, seguido de finos filamentos vegetales que se extendían más profundamente en su cuerpo. Horrorizado pero fascinado, comprendió entonces que, efectivamente, había raíces creciendo en su interior. Su cuerpo se había transformado en un sustrato fértil para algo desconocido, algo que no pertenecía realmente al mundo humano.
La desesperación lo llevó a intentar extirparlas frenéticamente, abriendo heridas en varias partes de su cuerpo, tratando inútilmente de arrancar esas raíces vivas. Pero cada corte revelaba más de aquellas fibras que parecían extenderse aún más profundo, enredadas alrededor de músculos y huesos, infiltrándose lentamente en sus órganos vitales. En pocos días, comprendió que su lucha era inútil. Su cuerpo ya no le pertenecía realmente. Las raíces habían tomado el control, ocupando cada rincón, transformándolo lentamente en algo distinto.
Finalmente, Santiago se resignó, abandonándose a una quietud absoluta. Dejó de luchar contra aquella fuerza interna que lo dominaba. Sus movimientos se hicieron cada vez más lentos hasta detenerse por completo. Pronto, su cuerpo se volvió rígido, petrificado en una postura inmóvil y silenciosa. Semanas después, cuando la policía encontró su cuerpo en el cuarto oscuro, nadie comprendió lo que observaba: un ser humano cubierto completamente por una densa red vegetal que emergía lentamente desde su piel, convirtiéndolo en una especie de estatua viviente, atrapada eternamente en la aterradora transformación vegetal de sus propias raíces internas.
📚 Análisis de comprensión lectora
🔹 Nivel literal
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Santiago comienza a sentir que algo vegetal crece lentamente en su interior.
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Experimenta dificultades físicas y emocionales que ningún médico logra identificar.
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Descubre que su cuerpo está invadido por raíces reales que se expanden bajo su piel.
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Termina atrapado, convertido en una estatua cubierta por la vegetación interna.
🔹 Nivel inferencial
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Las raíces simbolizan sentimientos reprimidos, traumas o inseguridades que, al ser ignoradas, crecen silenciosamente hasta apoderarse del individuo.
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La transformación física es una metáfora del dominio absoluto de estos problemas psicológicos internos, consumiendo completamente su identidad.
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El cuento expresa cómo la incapacidad de comunicar el sufrimiento interior puede llevar a una persona a aislarse, incrementando aún más la sensación de soledad y desesperación.
🔹 Nivel crítico
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Este relato cuestiona la importancia de enfrentar y hablar sobre el sufrimiento emocional y psicológico antes de que este consuma totalmente al individuo.
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Critica la incomprensión social hacia trastornos internos que no tienen manifestaciones externas evidentes hasta etapas avanzadas.
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Refleja la tragedia de vivir atrapado dentro de un cuerpo que ya no obedece al individuo, siendo consumido lentamente por fuerzas emocionales internas que fueron ignoradas o reprimidas durante demasiado tiempo.
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